Por Stevenson Jacobs-Diario La Capital
Puerto Príncipe.- En las calles polvorientas del mayor barrio misérrimo de Haití, jóvenes con ropas sueltas holgazanean frente a tugurios con orificios de balas mientras crece el estruendo de los vehículos blindados que transportan soldados de las Naciones Unidas.
En estos días, en el barrio de Cite Soleil, ese ruidoso traqueteo suele ser anticipo de tiroteos y derramamiento de sangre.
Las Naciones Unidas, frustradas por una ola incesante de secuestros, han lanzado una enérgica nueva ofensiva contra las pandillas más poderosas de Haití, que han florecido en el caos que sucedió al derrocamiento del presidente Jean-Bertrand Aristide en el 2004.
La mayoría de las fuerzas de mantenimiento de paz de la ONU suelen emplazarse sólo después que se acallan las armas, pero la misión de Haití toma la ofensiva casi todos los días.
La clase trabajadora haitiana los acoge con beneplácito, y los gobiernos con poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU coinciden en sus deseos de ver el fin de las casi dos décadas de inestabilidad política en la nación caribeña.
“Es muy difícil ya que se trata de una nueva experiencia para la ONU”, dijo el vocero David Wimhurst. “No ha sido fácil, pero estamos logrando progresos”. Leer más
Puerto Príncipe.- En las calles polvorientas del mayor barrio misérrimo de Haití, jóvenes con ropas sueltas holgazanean frente a tugurios con orificios de balas mientras crece el estruendo de los vehículos blindados que transportan soldados de las Naciones Unidas.
En estos días, en el barrio de Cite Soleil, ese ruidoso traqueteo suele ser anticipo de tiroteos y derramamiento de sangre.
Las Naciones Unidas, frustradas por una ola incesante de secuestros, han lanzado una enérgica nueva ofensiva contra las pandillas más poderosas de Haití, que han florecido en el caos que sucedió al derrocamiento del presidente Jean-Bertrand Aristide en el 2004.
La mayoría de las fuerzas de mantenimiento de paz de la ONU suelen emplazarse sólo después que se acallan las armas, pero la misión de Haití toma la ofensiva casi todos los días.
La clase trabajadora haitiana los acoge con beneplácito, y los gobiernos con poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU coinciden en sus deseos de ver el fin de las casi dos décadas de inestabilidad política en la nación caribeña.
“Es muy difícil ya que se trata de una nueva experiencia para la ONU”, dijo el vocero David Wimhurst. “No ha sido fácil, pero estamos logrando progresos”. Leer más
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